Bioquímica húngara ganó Nobel de Medicina

Drew Weissman y Katalin Karika, ganadores del Nobel de Medicina 2023

Descubrir el mecanismo inmunológico de mRNA que fue clave para el desarrollo de vacunas contra el COVD-19 le valió -junto al inmunólogo Drew Weismann- ganar el Premio Nobel de Medicina 2023.

Descubrir el mecanismo inmunológico de mRNA que fue clave para el desarrollo de vacunas contra el COVD-19 le valió -junto al inmunólogo Drew Weismann- ganar el Premio Nobel de Medicina 2023. Katalin Karikó es una bioquímica húngara, especializada en mecanismos mediadores de ARN y es vicepresidenta de BioNTech RNA Pharmaceuticals.

Premio Nobel de Medicina 2023, Katalin Karikó

Katalin Karikó nació en Hungría, en 1955, en un pequeño pueblo de 10 mil habitantes y vivió -según ella misma ha contado- en una casa sencilla, sin agua corriente ni electricidad. Desde siempre tuvo interés en la ciencia y la naturaleza.

A los 23 años se graduó con un doctorado en la Universidad de Szeged y se incorporó al Centro de Investigaciones Biológicas para dedicarse a investigar los lípidos. Allí conoció a Jenö Tomasz, quien tenía un laboratorio de ARN. A partir de entonces todos sus esfuerzos se volcaron en cómo el ácido ribonucleico podía proporcionar efectos antivirales.

En una conversación publicada por la Biblioteca Nacional de Medicina de Estados Unidos, contó que en 1985 y ante la imposibilidad de obtener fondos para sus investigaciones decidió partir a ese país junto a su esposo y su hija.

Su primer trabajo fue como investigadora posdoctoral en la Universidad de Temple, en Filadelfia, el en que participó en un ensayo clínico en pacientes con VIH. Años después demostró junto con el cardiólogo Elliot Barnathan que el ARNm, una vez inserto en las células, podía utilizarse para dirigir la producción de nuevas proteínas.

Más tarde se encontró con el inmunólogo Drew Weisman, experto en células dentríticas que capturan moléculas de microbios y se las “presentan” a otras células del sistema inmunitario para establecer una mejor defensa. En ese momento, trabajaba en una vacuna contra el VIH.

Hace una década y obligada a jubilarse, se incorporó a la empresa de biotecnología alemana BioNTech. Allí se dedicó a estudiar cómo las proteínas de ARNm podían ayudar a enfrentar el cáncer y la insuficiencia cardiaca.

Sin embargo, cuando irrumpió la pandemia de COVID-19, fue esa compañía la que fabricó exitosas vacunas utilizando el verdadero potencial del ARN mensajero.

Ahora, se sabe que la tecnología ARNm no sólo sirve para las vacunas contra COVID-19 sino que su impacto es muchísimo más amplio, llegando incluso a la posibilidad de crear una vacuna contra el cáncer, una enfermedad que mata a 10 millones de personas al año.

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